Para llevar adelante un proyecto son necesarias muchas cosas: Una buena idea, el conocimiento necesario, una pizca de coraje, bastante confianza, su punto de tecnología y otros elementos en función del tipo de proyecto.
Si hay algo común a todos ellos es que, para llevarlos a cabo, el elemento imprescindible son las personas. Hoy en día es prácticamente imposible que una única persona sea capaz de cubrir todos los pasos necesarios, desde la idea hasta la puesta en marcha de su proyecto, sin ayuda de nadie, sin un equipo.
Es necesario tener claro el objetivo. Será el faro que guíe nuestros pasos. Pero no se trata de llevar allí a nuestro equipo, arrastrándolo, sino conseguir que ellos me lleven a mí. Y para ello debo conocerlo, comunicarme con él y ser capaz de liderarlo eficazmente.
Ser consciente de la importancia de conocer sus inquietudes, sus habilidades, su motivación. De saber escucharles, de formarles, de ser flexible y de esa manera contagiar ilusión y conseguir un compromiso sincero que hará que el proyecto llegue a buen puerto.
Utilizando un símil deportivo: en una competición el objetivo es ganar, y jugando bien es más fácil que ocurra. En un proyecto, si nos preocupamos y nos ocupamos de cada una de las personas que componen el equipo, el éxito será la consecuencia lógica de todo ello.
Centremos nuestros esfuerzos en las personas, que todo lo demás vendrá por sí sólo.
“Si quieres viajar rápido, viaja sólo. Si quieres llegar lejos, viaja acompañado” (Proverbio africano)
Que las personas sean nuestro centro de atención. Cuando pensemos en cuáles son nuestras tareas más importantes, las que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos, no olvidemos que la primera, con gran diferencia sobre las demás, es la de ocuparnos de las personas que están a nuestro alrededor. Y la felicidad y los éxitos llegarán