Resistirse no es una opción. O aprendemos, o estamos fuera.
Hace unas semanas vi un corte de un video donde se entrevistaba a un experto en nuevas tecnologías. Hizo referencia a un par de datos que, cuando menos, te hacen pensar.
- Los países con mayor número de robots son los que tienen una menor tasa de desempleo.
- La industria del tomate en Países Bajos tiene un peso importante en el PIB del país, se exportan a toda Europa y ocupa a muchas personas. Pero pocas lo hacen en los campos, ya que la mayoría de ellas se dedican a investigar cómo mejorar todas las partes del proceso. Con sueldos mucho más altos que los nuestros, consiguen que los precios sean absolutamente competitivos (no consigo encontrar el corte para poner el enlace).
Lo traigo a colación por todo lo que se está comentando sobre la cantidad de puestos de trabajo que, en teoría, la IA va a destruir. Y es cierto que, al automatizar muchas de las tareas que ahora realizan las personas, se va a generar un excedente que deberá ser redirigido a otras tareas. Como contrapartida, también va a suponer la creación de numerosos puestos de trabajo que hasta ahora no existían.
La exigencia que todo esto va a requerir en lo relativo a la formación y capacitación de las personas, es enorme. Los jóvenes, cuando escojan sus carreras universitarias, tendrán que valorar estas nuevas opciones, amén de que deberán adecuarse los estudios actuales a esta nueva realidad.
El reciclaje de las personas que pierdan sus puestos de trabajo va a ser más complicado. No veo, en general, una gran cultura de formación continuada ni entre los trabajadores ni entre las empresas. Y, dada la velocidad a la que cambian las herramientas y la tecnología, entiendo imprescindible que el tiempo que se ahorra al aplicar todo ello, se dedique a la formación y reciclaje de los trabajadores.
Lo explica mucho mejor que yo el filósofo José Antonio Marina en este corte:
La ley universal del aprendizaje
Queramos o no queramos, o entramos en esta dinámica de aprendizaje continuo o, como dice en el video, nos quedamos fuera.
Puede gustarnos más o menos, podemos resistirnos o no, pero es una guerra que no podemos ganar. Por todo ello, no es mucho mejor que veamos todas las posibilidades que ofrecen estas nuevas herramientas, dejemos de quejarnos y nos pongamos a ello? Estoy convencido de que, dentro de no mucho, no podremos vivir sin ellas y nos preguntaremos cómo hemos podido hacerlo hasta ahora.