Ikigai

Hoy, 19 de diciembre, cumplo 65 años. Para muchas personas este momento suele suponer un cambio radical en sus vidas. En mi caso no va a ser así porque, mientras el cuerpo aguante, tengo intención de seguir con mi actividad profesional, eso sí, adaptándome a las situaciones que se vayan dando.

Llevo tiempo leyendo cosas y reflexionando sobre un concepto que me parece sumamente interesante: IKIGAI

El concepto «ikigai» fue popularizado por Héctor López, y Francesc Miralles en su libro «Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz».

«Sólo si permaneces activo querrás vivir cien años», proverbio japonés.

López y Miralles viajaron al pueblo de Okinawa donde se concentra la mayor población de centenarios del mundo y preguntaron a los ancianos qué era lo que les movía para tener ganas de vivir. La palabra que solían pronunciar era ikigai.

En este concepto confluyen varias ideas relacionadas con lo que hacemos que, en conjunto, pueden acercarte mucho a una sensación de felicidad.

–       Haces lo que te gusta hacer

–       Lo que haces, lo haces bien

–       Puedes vivir de lo que haces

–       Lo que haces puede ayudar a otras personas

En resumen, si puedes ganarte la vida haciendo razonablemente bien aquello que te gusta y que puede ayudar a otras personas, eres un privilegiado. Sientes que tu vida está justificada y tiene un sentido, y eso ayuda, y mucho, a ser feliz.

Aunque el objetivo no es tanto la búsqueda de la felicidad personal, sino encontrar tu lugar en el mundo. Y esa felicidad es consecuencia de ello.

Todo lo anterior se refiere al ámbito profesional. Normalmente se habla de la importancia de separar el trabajo de la vida personal. Entiendo que el objetivo es impedir que tu trabajo se “coma” tu vida personal. Pero hay otra forma de enfocarlo y es integrar en tu vida, conciliar, ambos aspectos.

Si tu trabajo se debe desarrollar en un lugar físico concreto y te obliga a desplazarte cada día a ese lugar, es complicado. En cambio, si tienes oportunidad de organizar tu trabajo, por lo menos en gran parte, y además disfrutas con él, esta necesidad de separar es discutible.

Porque en tu vida, que es una, puedes mezclar ambos aspectos en función de tu conveniencia y dar prioridad, en cada momento, a lo que consideras más importante sin pensar si es algo profesional o personal. Lógicamente, manteniendo un equilibrio en esta coexistencia.

También consigue un efecto de “fluir”. La vida no es una secuencia de saltos, de estar cambiando el chip, sino un movimiento continuo, adaptado a las necesidades de cada momento y manteniendo un equilibrio armónico entre los diferentes ámbitos que la componen.

También esta forma de vivir, distinta de la generalmente recomendada y aceptada, tiene sus inconvenientes. Sobre todo, cuando tu entorno vive de acuerdo a ese otro modelo más “normal”. Pero con un poco de buena voluntad, se arregla.

En fin, que a la vista de lo que cuento, no tiene mucho sentido cambiar. Reconozco que soy un privilegiado y doy gracias por ello.

A quienes hayáis encontrado vuestro Ikigai, enhorabuena.

A los demás, buscadlo y, en cualquier caso, disfrutad de todo lo bueno que hay en vuestras vidas.

Y a todos, feliz año, feliz cada uno de los 365 días que trae, feliz cada momento de cada uno de esos días.

¡¡¡Zorionak eta Urte berri on!!!

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